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Pequeña, verde y con un ambiente joven, Münster se ha convertido en una de las ciudades más agradables de Alemania. Se sitúa en el estado de Renania del Norte-Westfalia combina historia y modernidad. Debido a su tamaño y red de carriles bici, es sencillo recorrerla durante un fin de semana. Esta ciudad invita a desconectar y a conocer más sobre la cultura alemana, pues ofrece contrastes interesantes: mercados tradicionales, museos de primer nivel, cafés acogedores y espacios naturales.
Día 1: historia y vida urbana
El centro histórico es el punto de partida ideal. La Prinzipalmarkt, despliega una sucesión de fachadas góticas reconstruidas tras la Segunda Guerra Mundial. Bajo sus soportales se esconden tiendas familiares, librerías y boutiques que conservan la esencia local. Al fondo se alza la Catedral de San Pablo, un templo majestuoso con un reloj astronómico que marca una de las paradas imprescindibles del recorrido.
A pocos metros, el Ayuntamiento Histórico recuerda el pasado diplomático de Münster, ya que aquí se firmó en 1648 la Paz de Westfalia, que puso fin a la Guerra de los Treinta Años. Hoy, el edificio acoge visitas guiadas que explican su importancia y muestran su imponente salón de plenos.
Después de una mañana entre calles empedradas, nada mejor que una pausa en alguno de los restaurantes cercanos. Muchos ofrecen cocina alemana tradicional con productos locales, como salchichas artesanas o guisos de carne. Para quienes prefieren una opción más ligera, los cafés del centro sirven ensaladas, pasteles y un excelente café filtrado.
Por la tarde, la atmósfera cambia en el Kuhviertel, el barrio más animado de la ciudad. Sus calles estrechas concentran bares, cervecerías y pequeños teatros. Aquí se mezcla el público local con los numerosos estudiantes que dan vida a la ciudad. Terminar el día probando una cerveza artesanal o escuchando música en directo es una costumbre que define el carácter social y relajado de Münster.
Día 2: naturaleza y vida local
Münster no solo destaca por su historia; su entorno natural es uno de sus mayores atractivos. El Aasee, un gran lago artificial a pocos minutos del centro, ofrece un respiro entre árboles, caminos y terrazas junto al agua. A primera hora de la mañana, los lugareños pasean, corren o practican remo. Otra experiencia simple pero gratificante es alquilar una barca o sentarse en la orilla a observar el paisaje.
Cerca del lago se encuentra el Museo de Historia Natural, con una cúpula que recrea espectáculos astronómicos, y el LWL-Museum für Kunst und Kultur, donde se exponen obras desde la Edad Media hasta la actualidad. Para los amantes del arte moderno, el Museo Pablo Picasso alberga más de 800 litografías del artista malagueño y varias exposiciones temporales de primer nivel.
Si tu visita coincide con miércoles o sábado, no te pierdas el Wochenmarkt, el mercado semanal de la ciudad. Situado en la plaza de la catedral, reúne más de 150 puestos con frutas, quesos, flores y platos preparados. Comer algo allí, rodeado de locales que hacen la compra, permite descubrir la cotidianeidad de Münster. Un bocadillo de pescado ahumado o un trozo de pastel de manzana son la forma más auténtica de disfrutar el ambiente.
La tarde invita a seguir explorando. Puedes recorrer la Promenade, una avenida circular rodeada de árboles que bordea el casco antiguo. Este paseo es un ejemplo de la vida sostenible que caracteriza a la ciudad: miles de ciclistas la utilizan a diario. Al final del día, volver al Aasee para contemplar el atardecer desde una de sus terrazas es casi una tradición.
Dónde comer y qué probar
Aunque su gastronomía no es tan conocida como la de otras regiones, Münster sorprende por la calidad de sus productos. Entre los platos típicos destaca el Töttchen, un estofado de ternera con cebolla y mostaza, ideal para los días fríos. También merece mención el Pumpernickel, un pan oscuro y ligeramente dulce, elaborado con centeno, que suele acompañar los desayunos.
En el centro se encuentran los comercios con encanto. Café 1648, junto a la Prinzipalmarkt, es famoso por sus tartas caseras, mientras que Pinkus Müller, una de las cervecerías más antiguas de la ciudad, ofrece cerveza elaborada según recetas tradicionales. Por otro lado, los restaurantes modernos, por su parte, combinan cocina internacional con ingredientes locales de Münster.
Lo que debes saber antes de ir
Moverse por la ciudad es sencillo. El transporte público conecta todas las zonas principales, aunque la bicicleta sigue siendo el medio principal. Existen aparcamientos gratuitos y un sistema de alquiler rápido que facilita los desplazamientos. Münster es plana y segura, por lo que pedalear resulta cómodo incluso para quienes no están acostumbrados.
Si te interesa conocer cómo funcionan otros sistemas de transporte en Alemania, te recomendamos leer nuestra guía “Cómo moverte por Darmstadt: transporte público, bicicleta y abonos mensuales”, donde explicamos los tipos de abonos, tarifas y consejos útiles.
En cuanto al alojamiento, el casco antiguo concentra pequeños hoteles y apartamentos turísticos con buenas conexiones. Si buscas tranquilidad, las zonas próximas al Aasee son perfectas para descansar sin alejarte del centro.
El clima puede ser cambiante, así que conviene llevar un paraguas y ropa ligera para combinar con una chaqueta. Los fines de semana suelen tener un ambiente animado, especialmente cuando se celebran ferias o eventos culturales al aire libre.
Münster no necesita grandes monumentos para cautivar. La calma del Aasee, las fachadas históricas de la Prinzipalmarkt y los negocios de toda la vida reflejan su esencia: una ciudad que combina historia y autenticidad, perfecta para una escapada de fin de semana.









