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El perfil del estudiante internacional ha evolucionado considerablemente en los últimos años. La motivación de “vivir una experiencia en otro país” ya no es suficiente por sí sola: ahora los estudiantes buscan que su estancia en el extranjero se alinee con sus planes académicos, les proporcione valor profesional y no suponga una carga económica o emocional excesiva. Para los departamentos universitarios encargados de diseñar, ofrecer y comunicar programas study abroad, este cambio de mentalidad representa una oportunidad: adaptar la propuesta a las expectativas actuales no solo aumenta la participación, sino también la satisfacción y el impacto de la experiencia internacional.
Aunque cada estudiante es único, existen tendencias claras que muestran qué aspectos influyen más en la toma de decisiones y cuáles siguen siendo barreras habituales. Entenderlas permite diseñar una oferta académica más atractiva y pertinente.
Alineación académica con la carrera
Uno de los criterios más importantes para los estudiantes internacionales es la compatibilidad entre el programa study abroad y su trayectoria universitaria. Muchos de ellos temen que estudiar fuera retrase su titulación, y por eso buscan garantías de que los cursos que realicen podrán ser convalidados fácilmente. Esta preocupación está especialmente presente en áreas como negocios, ciencias de la salud, ingeniería o temas que tengan que ver con relaciones internacionales.
Las universidades que logran comunicar claramente cómo se integran los créditos, qué asignaturas están disponibles en inglés (o en el idioma que domine el estudiante) y qué acuerdos de convalidación existen, aumentan considerablemente sus posibilidades de captar interés. Incluir ejemplos concretos de planes de estudios, testimonios de alumnos anteriores o itinerarios recomendados por carrera ayuda a visualizar cómo encaja la experiencia dentro del recorrido académico general.
Experiencias con impacto profesional
Cada vez más estudiantes buscan que su paso por otro país tenga una repercusión directa en su perfil profesional. Ya no se conforman con asistir a clases: quieren desarrollar habilidades, conocer otros enfoques de trabajo y volver con experiencias tangibles que puedan reflejar en su currículum. Por eso, los programas que incorporan prácticas, voluntariados, proyectos locales o prácticas integradas están mejor valorados que aquellos que se centran solo en el contenido académico.
Contar con convenios con empresas, organizaciones sociales o instituciones del destino permite enriquecer el programa sin necesidad de grandes estructuras. Las universidades que ofrecen incluso experiencias breves pero bien organizadas (por ejemplo, proyectos de tres semanas en colaboración con una ONG local) añaden un gran valor diferencial que los estudiantes reconocen.
Destinos accesibles, seguros y conectados
Aunque el país o ciudad de destino siempre influye, ahora muchos estudiantes priorizan aspectos más prácticos, como la seguridad, el coste de vida, la movilidad otro de la propia ciudad o la facilidad para visitar otros países cercanos. Las ciudades intermedias, con buenas conexiones y una fuerte comunidad universitaria, suelen ser opciones más accesibles y cómodas que las grandes capitales turísticas.
Las universidades que ofrecen información detallada sobre el entorno, explican cuánto cuesta vivir allí, muestran comparativas o proporcionan herramientas prácticas (como presupuestos mensuales o mapas del transporte) consiguen reducir la incertidumbre y generar mayor confianza en los estudiantes. Esta información, presentada de forma clara y directa, es muy útil, especialmente para estudiantes que viajan al extranjero por primera vez.
Acompañamiento emocional y logístico
Estudiar fuera del país es siempre una experiencia muy emocionante, pero también lleva consigo grandes desafíos. La gestión de trámites como visados, seguros o alojamiento genera dudas constantes, y muchos estudiantes temen no saber a quién acudir si algo no va según lo previsto. A esto se suma la inquietud por adaptarse a la cultural y emocionalmente a un entorno nuevo.
Por eso, los programas que ofrecen un acompañamiento integral (desde el momento en que el estudiante empieza a informarse hasta después de haber llegado a destino) marcan una diferencia importante. Servicios como asesoría personalizada, talleres de preparación cultural, canales de atención disponibles las 24 horas, grupos de bienvenida o mentorías entre estudiantes son cada vez más valorados. Estos elementos contribuyen directamente a una mejor adaptación, reducen el abandono y elevan la satisfacción global con la experiencia.
En este sentido, plataformas como Abroad de Lodgerin aportan gran valor añadido a los programas. Esta herramienta centraliza toda la información importante sobre el destino, trámites y servicios útiles (seguros, transporte, cambio de divisa, etc.), facilitando tanto a la universidad como al estudiante mediante la App Arribo, una experiencia más organizada y segura. Integrarla como complemento al acompañamiento institucional permite a las universidades extender su apoyo sin aumentar la carga operativa.
Transparencia económica y apoyo financiero
Una de las principales barreras a las que se siguen enfrentando los estudiantes es el alto precio de estos programas. Aunque algunos permiten mantener la matrícula original, los gastos asociados a la estancia (vuelos, vivienda, transporte, alimentación) siguen representando un gran reto para muchas familias. A esto se suma la falta de información clara: en muchos casos, los estudiantes no avanzan en su decisión simplemente porque no logran entender cuánto les costará realmente estudiar en el extranjero.
Por eso, la transparencia en este punto es esencial. Las universidades que muestran ejemplos reales de presupuestos mensuales, desglosan los gastos habituales y explican qué ayudas o becas están disponibles facilitan el proceso de decisión. También es útil incluir simuladores o herramientas que permitan al estudiante estimar sus costes totales, según la duración del programa y el destino elegido. Cuanta más claridad se proporcione, mayor será la sensación de seguridad y la disposición del estudiante a dar el paso.
Comunicación clara y adaptada
Además del contenido del programa, la forma en la que se comunica es esencial. Los estudiantes valoran un lenguaje claro, directo y cercano. Las descripciones genéricas o demasiado institucionales suelen perder eficacia frente a materiales que incluyen testimonios, contenido visual, videos explicativos o itinerarios concretos. También puede ser muy útil mostrar el impacto profesional que ha tenido el programa en exalumnos, especialmente si han obtenido prácticas, empleo o reconocimientos a raíz de su experiencia.
Adaptar el tono, ofrecer respuestas a las preguntas más frecuentes y facilitar el contacto directo con antiguos participantes o asesores del programa contribuye a una experiencia más personalizada y convincente. En un entorno donde los estudiantes tienen acceso a tantas fuentes de información, una comunicación clara puede ser el punto de partida para que se incline la balanza.